Belleza comestible

Belleza comestible

No todas las recetas se hacen en la cocina, y éstas, a pesar de estar hechas casi totalmente con cosas comestibles, no son para comer. Aunque para ser justa, esto es más un asunto de ingredientes sueltos que de recetas… son mi as bajo la manga para reemplazar los productos comerciales de cuidado personal.

Recuerdo que, cuando estaba chica, me gustaba mucho ver los cajones y repisas del baño de las mujeres adultas que conocía (tías, primas, las mamás de mis amigos, etc.); me encantaba ver esa cantidad de cremas y lociones de todos los tamaños y colores, con ricos perfumes y empaques atractivos en los que aparecían textos que prometían borrar las arrugas, rejuvenecer la piel, dar elasticidad, nutrir y no sé qué otro montón de cosas. Me emocionaba encontrar ahí a las marcas que salían en las revistas y me gustaba poder reconocer cuál producto era el que salía en X revista con X actriz. Realmente lo disfrutaba, y, en ese entonces, pensaba que cuando fuera grande tendría un baño como esos.

Nunca pasó… en parte porque siempre me ha parecido que esos productos son ridículamente caros, en parte porque fui descubriendo que una sola crema humectante podía ser suficientemente versátil, en parte porque empecé a darme cuenta de que el hecho de que la etiqueta de una crema diga que tiene perlas de magia de los duendes de otro planeta no significa que eso sea cierto, y que la mayoría de las veces es simplemente una estrategia para cobrar más por algo que ofrece lo mismo que ofrecen otros 500 productos.

¡Las vueltas que da la vida! En lugar de estar coleccionando cremas de revista, ahora que estoy grande estoy buscando eliminar tantos de esos productos de mi vida como sea posible, y en este momento puedo afirmar que voy por buen camino. Mi baño no se parece en nada a los baños que admiraba cuando era una niña, y se parece cada vez más a los baños que admiro en este momento de mi vida: pocas cosas, ingredientes naturales, cero pruebas en animales, empaques reutilizables y etiquetas tan honestas como sea posible conseguir.

En mi proceso de “sostenibilizarme” he encontrado un montón de información con respecto a los productos de aseo y cuidado personal que me ha hecho estar cada vez más segura de que quiero esos productos tan lejos de mí como se pueda. Los parabenos (de los que se sospecha que promueven el desarrollo de cáncer), los detergentes súper fuertes que acaban con las defensas naturales de la piel, las micropartículas de plástico que se usan para exfoliar y están llenando —aún más— el océano de basura, los productos de origen animal (sebos, gelatinas, etc.), de colorantes y perfumes artificiales, y el triste hecho de que la mayoría de esos productos han sido aplicados en las pieles, las heridas y los ojos de un montón de animalitos inocentes son, para mí, motivos suficientes para buscar otras alternativas. Y las he encontrado. Y no necesitan etiquetas ni actrices posando en revistas. Y no fueron probadas en animales. Y las amo. Y aquí están:

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Vinagre de manzana:

Posee cualidades tanto culinarias como medicinales. Una búsqueda rápida en internet te puede llevar a millones de páginas en las que hablan de todas las maravillas de este ingrediente, pero yo me limitaré a hablar de las que he probado (y que puedo afirmar que, al menos para mí, han funcionado).

  • Como acondicionador para el pelo: deja el pelo muy limpio y muy suave y ayuda a quitar los residuos que dejan las siliconas sintéticas del champú y el acondicionador convencional. Se usa diluido; yo pongo dos cucharadas de vinagre en una taza de agua y lo aplico después de lavarme el pelo. Al final enjuago con agua fría. Tiene un olor fuerte pero desaparece del todo cuando el pelo ya está seco.
  • Como limpiador para la piel: limpia muy bien y, según he leído, ayuda a mantener la capa ácida protectora de la piel. Se usa diluido también, yo mezclo 1 parte de vinagre y 5 partes de agua y lo aplico en la noche con un algodón empapado, en toda la cara y el cuello. Antes de usar vinagre usaba agua de rosas, pero la mayoría de aguas de rosas que venden son básicamente glicerina con colorante, así que preferí esta opción. El agua de rosas, de verdaderas rosas, también es un muy buen limpiador.

Aceite de jojoba:

Lo usan un montón en productos cosméticos por sus cualidades humectantes y nutritivas… así que me pareció buena idea saltarme al intermediario (evitando todos los otros ingredientes tóxicos que vienen con él) y empecé a usar el aceite de jojoba puro.

  • Para el pelo: funciona súper bien como humectante, pero hay que usarlo con mucha mesura pues puede dejar el pelo grasoso. Para mi tipo de pelo (puntas que tienden a ser secas y raíces que tienden a ser grasas) me ha ido bien usando un par de gotas, las froto bien con las manos y después lo aplico en las puntas.
  • Para la piel: es humectante, se absorbe súper rápido y deja la piel muy suave y como “iluminada” (que ojo: no es lo mismo que brillante). Lo uso a veces en la noche, después de la limpieza con el vinagre, y a veces de día después de bañarme.

Aceite de coco:

El aceite de coco es uno de esos ingredientes que deberían estar en todas las casas. Realmente sirve para todo. Yo lo uso así:

  • Para la piel: como humectante. En la cara lo uso a veces en la noche después de la limpieza con vinagre y a veces en el día (lo turno con el aceite de jojoba). En el resto del cuerpo lo uso todos los días. Se absorbe súper rápido, deja la piel suave y con un sutil olor a coco que me hace sentir mega-tropical. Obvio, si voy a salir y me va a dar el sol fuerte, me pongo después un bloqueador solar.
  • Para el pelo: lo uso a veces como mascarilla humectante. Lo aplico antes de lavarme el pelo, una cantidad suficiente para cubrir bien el pelo (aunque evito las raíces), me paso una peinilla para ayudar a distribuir y lo dejo un par de horas. Después me lavo el pelo como de costumbre ¡y queda taaaaaan suave!
  • Como enjuague bucal: se conoce como “oil pulling” y es una técnica de medicina ayurvédica. Se usa más o menos una cucharadita de aceite  que se mete a la boca y se mueve con ímpetu entre los dientes y la lengua usando los músculos de la boca durante unos 20 minutos. Suena muy loco, pero realmente deja los dientes muy limpios… y el efecto secundario feliz es que mis encías están menos sensibles. Al terminar se debe tirar el aceite en una basurera, NO en el desagüe, porque lo puede bloquear.

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Bicarbonato de sodio:

Es otro de esos ingredientes polifacéticos que me encantan. Sirve para todo, desde reducir la acidez estomacal, pasando por destapar los desagües (mezclado con vinagre), hasta exfoliar delicadamente la piel. Yo lo uso así:

  • Para la piel: lo uso como exfoliante. Más o menos cada dos semanas me llevo una pequeña cantidad a la ducha, lo mezclo con un par de gotas de agua (hasta que forme una pasta) y lo uso para lavarme la cara. Hay que hacerlo suavemente porque, como cualquier exfoliante, puede lastimar la piel si te excedes. También se puede usar mezclándolo con aceite de coco, y usando esa pasta para masajear la piel. Hay que lavar bien después.
  • Para los dientes: lo uso cada tanto como tratamiento de limpieza. Al ser ligeramente abrasivo, ayuda a limpiar los dientes a profundidad y se dice que incluso ayuda a reducir las manchas.
  • Para el pelo: lo uso a veces como “champú”. Hace más o menos un año hice el experimento de dejar de usar champú y acondicionador, y me lavé el pelo sólo con bicarbonato y vinagre durante más de seis meses. Me gustó porque dejaba el pelo muy limpio (y lo tenía que lavar con muy poca frecuencia) pero sentí que me estaba dejando el pelo más seco de lo normal, así que volví al champú… pero de vez en cuando lo sigo usando porque siento que “desintoxica” el pelo, porque se dice que ayuda a quitar todos los residuos que se acumulan por el uso de productos comerciales.
  • Como desodorante: esta receta ya la compartí y está aquí.

Belleza comestible

En resumen: con 4 ingredientes (que podrían ser tres, porque me puse lujosa y tengo dos tipos de aceite) cubro casi por completo los cuidados diarios de mi piel y mi pelo, me limpio los dientes y evito el mal olor corporal. Son ingredientes tan inocuos que son comestibles (la mayoría al menos… no sé qué pase si uno come aceite de jojoba), son versátiles, se pueden comprar en grandes cantidades así que se evitan un montón de empaques pequeñitos, reduciendo la cantidad de basura que generamos, no tienen aditivos tóxicos, no son probados en animales, ¿qué más se puede pedir?

¿Ya usas alguno de estos ingredientes? ¿Conoces algún uso que no esté mencionando aquí? ¿Te animas a probar estas alternativas a los productos comerciales? ¡Cuéntamelo en los comentarios!