Por qué hay gente que no quiere vivir de manera sostenible

Por qué hay gente que no quiere vivir de manera sostenible, explicado con una línea

La vida sostenible, para muchos de nosotros, es un asunto de sentido común. Sin embargo hay muchísimas personas que ven con desconfianza los cambios que hacemos en nuestro estilo de vida, piensan que nos volvimos locos, que estamos siguiendo una moda sin sentido, o que queremos atentar contra SU tranquilidad.

Estoy segura, segurísima, de que si estás en la búsqueda de una vida más sostenible te has encontrado al menos una vez con alguien que se interesa mucho por lo que haces, pregunta cosas y empieza a aplicar cambios (aunque sean pequeñitos) en su propio estilo de vida a partir de las cosas que tú le comentas. No pasa con mucha frecuencia, pero pasa. Seguramente también te has encontrado con personas que, si bien al principio parecen incomodarse, después asumen una actitud diferente, más abierta, y finalmente muestran algo de curiosidad y —después de un tiempo— hacen algún cambio pequeño a partir de tu ejemplo. Y también, seguramente, te has encontrado con personas que te miran de arriba a abajo como si fueras un extraterrestre y te blanquean los ojos, o directamente te atacan por tus decisiones “sostenibles”.

¿Cómo puede haber reacciones tan diferentes a un mismo tema? ¿Cómo puede explicarse que algo que parece puro sentido común genere reacciones tan distintas, que van de la curiosidad hasta el absoluto rechazo y la agresión?

La respuesta corta es que los humanos somos complejos (por no decir difíciles). Piensa en esto: si algo que es tan universalmente delicioso como el aguacate puede tener detractores (¿eres uno de ellos? ¿O amas el aguacate sobre todos los vegetales, como yo?), imagínate lo que puede pasar con un asunto más puntiagudo, como es el de los cambios de hábitos y el cuestionamiento del statu quo. Tiene muchas aristas, pasa por muchos filtros. Algunos lo vemos como un proceso absolutamente necesario y urgente, otros lo ven como un capricho y una moda incomprensible, y otros lo ven como un ataque a su estilo de vida, así que lo toman como una amenaza personal.

Una respuesta más larga (y que a mí me parece que es la que mejor explica este fenómeno) tiene que ver con la difusión de innovaciones. La difusión de innovaciones es una teoría sociológica que busca explicar cómo, por qué y a qué velocidad se mueven las nuevas ideas a través de diferentes grupos de personas. Esta teoría se popularizo en los años 60 con un libro escrito por Everett Rogers que se llamaba precisamente “Difusión de innovaciones”, pero es un concepto que ya había sido estudiado casi cien años antes por el sociólogo francés Gabriel Tarde y se había planteado como “ley de la imitación”.

La idea básica detrás de la teoría de difusión de innovaciones es que, para que una idea pasa de ser una cosa “rara” y nueva —que sólo hacen un par de personas— a convertirse en una costumbre y un comportamiento social establecido y aceptado por todos —o por la gran mayoría—, debe pasar por cinco fases de adopción. O dicho de otra manera, según esta teoría la humanidad se divide en cinco grupos (o “categorías de adopción”) frente a cada idea, y son esos cinco grupos los que nos ayudan a entender por qué la idea se propaga, y por qué puede ser bien recibida por un grupo y al mismo tiempo totalmente rechazada por otro.

De acuerdo a la teoría, en torno a una idea en particular siempre hay innovadores, adoptantes tempranos, mayoría temprana, mayoría tardía y rezagados. Para mayor claridad, te explico en qué consiste cada uno de esos grupos:

Innovadores

En este grupo están las personas que se sienten cómodas con los desafíos, que siempre están haciéndose preguntas y buscando alternativas a las cosas que ya existen y que están establecidas. Son personas que tienen contacto cercano con la comunidad científica (y por lo tanto tienen acceso a conocimiento “recién salido del horno”), buenas habilidades sociales y contacto con otros innovadores (que les permiten enriquecer su punto de vista con ideas de un lado y de otro) y, generalmente, una buena base de recursos económicos que les permite “absorber” con mayor tranquilidad las fallas que surgen en el proceso de probar las cosas que nadie más ha probado. Este pequeño grupo de personas son las que dan nacimiento a las nuevas ideas.

Adoptantes tempranos

Las personas de este grupo son personas curiosas, están dispuestas a salir de la zona de confort y —después de un análisis juicioso de la innovación y sus implicaciones— están listas para probar las ideas que se generan en el grupo de innovadores. No los asusta que los vean como bichos raros. Los adoptantes tempranos, además, suelen ser líderes de opinión (a mayor o menor escala), y su proceso de adopción de una innovación suele desencadenar un efecto bola de nieve, que hace que dicha nueva idea sea adoptada por un grupo más grande de personas.

Mayoría temprana

Este es ese grupo más grande de personas que mencionaba en el punto anterior. Adoptan las innovaciones en un período de tiempo variable, pero tardan mucho más en hacerlo que los adoptantes tempranos. Esperan a que otras personas hayan “tanteado el terreno” antes de adentrarse en nuevos caminos; no se sienten muy cómodos saliéndose de la norma y por eso esperan más tiempo para hacer los cambios: cuando haya más gente en el mismo proceso y no se sientan como bichos raros.

Mayoría tardía

En este grupo están las personas más conservadoras, que sólo adoptan las innovaciones cuando realmente ya no son innovaciones… cuando ya han sido probadas y aprobadas por una gran parte de la población y se han empezado a convertir en la norma. Son personas menos curiosas, que se ponen muy nerviosas con los cambios, y que aplican (aun sin darse cuenta) el dicho “mejor malo conocido que bueno por conocer”.

Rezagados

En este grupo encontramos personas a las que no les gusta el cambio, por bueno que parezca… y precisamente por eso suelen rechazar (a veces incluso violentamente) a las personas que pueden considerarse agentes de cambio. Los rezagados está muy enfocados en “defender las tradiciones”, aunque no suelen preguntarse en qué consisten o por qué las defienden. Adoptan los cambios que traen las innovaciones sólo cuando ya no les queda más opción, sea porque se han convertido en la norma o porque, en este punto, ya lo impone alguna ley.

 

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No todos esos grupos son igual de numerosos. Los innovadores y los adoptantes tempranos son grupos pequeños; el grupo de los rezagados es un poco mayor, pero la mayoría temprana y tardía, como el nombre lo indica, son las mayorías. La manera más sencilla de entenderlo es a través de un gráfico:

La línea que lo explica todo

Ahí está el secreto para entender la humanidad. O bueno, tal vez no tanto, pero ahí hay una herramienta para entender un pedacito de algo que tiene que ver con la humanidad: no todos reaccionamos a la información nueva de la misma manera. Mientras unos humanos son innovadores, adoptantes tempranos o mayoría temprana, otros son mayoría tardía o rezagados. Por eso unos queremos vivir de manera responsable en este planeta, y otros piensan que estamos locos, y que la humanidad puede seguir creciendo y consumiendo indefinidamente, arrasando con todo lo que se nos pone en el camino.

Ojo, que no todas las innovaciones son iguales, y por lo tanto yo puedo ser adoptante temprana frente a una idea en particular (por ejemplo frente al movimiento Basura Cero), pero frente a otra idea puedo estar aplastada —y sin planes de moverme— en el grupo de los rezagados (no sé… por ejemplo frente a los juegos tipo Pokémon Go).

Te pongo un ejemplo más detallado:

  • La preocupación por la generación excesiva de basura no es un asunto nuevo; en los años 70, Paul Palmer fundó su empresa Zero Waste Systems INC en Oakland, California, con la cual buscaba reducir la cantidad de residuos químicos que iban a parar a la basura. En ese entonces (y bueno, todavía) mucha gente pensaba que esa era una idea descabellada.
  • Muchos años después, en 2001, el California Integrated Waste Management Board se propuso llegar a la meta de residuo cero, es decir, a generar un sistema de gestión de residuos para California cuyo resultado sería que nada (o por lo menos muy poco) llegaría a un basurero, y que —casi— todo se reutilizaría, se reciclaría o se compostaría.
  • En 2008, Bea Johnson (que en ese entonces ya vivía en California) empezó su camino hacia una vida “Zero waste”, muy posiblemente inspirada por algunas de las iniciativas gubernamentales e institucionales locales. Dos años después empezó su blog Zero Waste Home, y con él llevó el concepto de Residuo Cero al ámbito familiar y personal, e impulsó un movimiento al que se unieron muchas más personas.
  • Ahora estamos en 2017 y cada vez somos más las personas que queremos reducir nuestra huella de basura. El concepto de Residuo Cero se va popularizando lentamente gracias a las nuevas tecnologías, y al interés que ha despertado en medios de comunicación tradicionales.
  • Aun así, muchas personas siguen viéndolo como algo imposible. Y bueno, muchas otras personas ni siquiera lo han oído mencionar. #TristePeroCierto.

Paul Palmer, el CIWMB y Bea Johnson han sido innovadores, cada uno planteando ideas nuevas dentro de su contexto específico (industrial, gubernamental y familiar, respectivamente). Las instituciones, organizaciones y personas que ahora estamos tratando de seguir sus pasos, reduciendo nuestra huella de basura y difundiendo este estilo de vida para que cada vez se unan más personas, somos adoptantes tempranos (y todavía muchos nos ven como bichos raros). En algún momento —que espero que sea muy pronto— se empezará a ver la basura como algo innecesario y hasta ridículo, y más y más gente empezará a reducir los residuos que genera. Ellos serán la mayoría temprana. Llegados a ese punto, se empezarán a generar cambios más significativos en el sistema económico y la mayoría tardía empezará a adaptarse al cambio, porque ya será “lo normal”. Finalmente, vendrán cambios legislativos que obligarán a los rezagados a unirse a la fiesta.

Otro ejemplo puntual: hace un par de siglos la esclavitud era lo normal. Luego el Marqués de Pombal y abolió la esclavitud en Portugal (innovador), y de ahí en adelante otros países empezaron a liberar a los esclavos de sus colonias (adoptantes tempranos). Después se empezó a generar un movimiento más fuerte, que llevó a buena parte de la sociedad a ver la esclavitud como algo injusto e innecesario (mayoría temprana), y esas personas, a su vez, empezaron a generar cambios en el sistema social y económico que llevaron a otra buena parte de la sociedad a adaptarse al cambio (mayoría tardía). Por último, surgieron leyes que prohiben la esclavitud, así que ya ni siquiera los rezagados pueden practicarla. (Ahora tenemos problemas de esclavitud moderna, pero esa ya es otra historia).

 

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Entonces… ¿has sentido que otras personas se molestan cuando abordas estos temas? ¿Que te miran con cara de incredulidad o desconfianza cuando hablas de la importancia de vivir de manera más sostenible? Bueno, eso es lo que pasa caminas en una dirección distinta a la que está caminando la gente que te rodea: te chocas con ellos.

Pocas cosas te ponen más en contravía que querer vivir de manera más responsable en este planeta, cuando lo “normal” sigue siendo consumir sin pensar, desechar sin pensar, agarrar todo lo fácil, lo rápido y lo barato y no preguntarse quiénes están pagando ese precio. Habitar este planeta de manera responsable te pone —todavía— en el papel de “persona incómoda”, porque la vida sostenible es una idea que todavía no ha sido adoptada por las mayorías (énfasis en “todavía”).

Esa línea, la del dibujo de más arriba, es la que lo explica todo. No todos nos encontramos con la nueva información al mismo tiempo, y no todos tenemos las mismas herramientas psicológicas, emocionales, intelectuales, físicas, financieras, geográficas, etc., para reaccionar a dicha información. Sería ideal que todos pudiéramos movernos hacia modelos más sostenibles de un solo golpe, sí, pero no es posible… sencillamente porque los humanos somos complejos y no funcionamos así. Y creo que parte importante de la paz mental que necesitamos para seguir promoviendo estos cambios viene precisamente de entender eso: que no todos estamos en el grupo de innovadores o adoptantes tempranos, que aun cuando la mayoría temprana ha hecho un cambio sigue siendo necesario promover estas ideas para llegar a la mayoría tardía, y que aun en ese momento será necesario convivir (de manera tan constructiva como sea posible) con los rezagados.

La próxima vez que te preguntes por qué hay gente que no quiere vivir de manera sostenible, acuérdate de esa línea y piensa en todos los otros cambios que ahora damos por hechos (la abolición de la esclavitud y el voto femenino, por mencionar dos grandes ejemplos), y en los innovadores y adoptantes tempranos que prepararon el camino para que esos cambios se llevaran a cabo. Al principio, estoy 100% segura, los miraban como si estuvieran chiflados y descartaban sus ideas por insólitas o imposibles… pero ahora sus propuestas parecen absolutamente razonables y se han convertido en la norma. Sigue habiendo rezagados (porque siempre los habrá), pero las normas sociales y legales sirven para mantenerlos —al menos parcialmente— a raya.

Entonces… ¿por qué hay gente que no quiere vivir de manera sostenible? Pues porque están en otra parte de la línea del dibujo de arriba. Todavía no tienen la información, o la determinación para unirse a los primeros grupos de adoptantes… pero mientras nosotras/os sigamos trabajando en promover estas ideas y en convertir la vida sostenible en el nuevo “normal”, su momento les llegará. Tarde o temprano. Ojalá más temprano que tarde…

 

¿Conocías la teoría de difusión de innovaciones? ¿Hay alguna idea en particular en la que te sientas en el grupo de innovadores o de adoptantes tempranos? ¿Alguna otra en la que estés en el grupo de rezagados? Y lo más importante… ¿te gusta el aguacate? ¡Cuéntamelo en los comentarios!